miércoles, 29 de junio de 2016

Aquellas pequeñas cosas - Joan Manuel Serrat



La semana pasada conocí el ejemplo (Por TV) de una mujer que sufría el trastorno de acumulación, y eso me trastornó.  Se trataba de una mujer que tras quedar viuda no fue capaz de deshacerse de ninguno de los objetos de su casa porque eran referencia a su amor perdido.  Luego, los nuevos objetos que compraba también los ligaba de alguna manera a su memoria y tampoco se deshacía de ellos, aunque ya hubieran cumplido su función, su vida útil, aunque no los necesitara y nunca los hubiera desempacado, o aunque estuvieran deshechos y fueran literal basura.  A ellos se aferraba.

Con los años, las cosas fueron apoderándose de su espacio, de su vida y de su tiempo.  Al lado de paquetes de comida sin terminar y cubriéndose de hongos estaban utensilios de cocina nuevos  y también los viejos, ropa de diferentes temporadas, libros, juguetes, papeles, chucherías varias...  Las camas habían quedado sepultadas bajo toneladas de basura, todos los cuartos habían perdido su función, gateaba por entre la basura para salir de casa por el estrecho espacio que la basura aún dejaba a la única ventana.

Lo más triste era verla aferrarse a todo ello cuando intentaron "rescatarla", amenazar con volver a llenarse de cosas si se las quitaban, volverse violenta por defender unos cristales rotos.

¿Por qué me afectó tanto?

Yo no acumulo cosas, estoy lejos de un ejemplo como ese, pero sufro una acumulación de otro tipo y por eso sentí empatía por todo ese dolor, las consecuencias que le generaba y la resignación a vivir el resto de la vida con esa cruz.

Mi acumulación es con esas pequeñas cosas de las que habla Serrat.  Las fotos y las cartas ahora son digitales y por eso no es posible ver que nos tienen agobiados y sepultados y que no nos dejan vivir en paz y que de nada sirve borrarlas porque ahí está la memoria para traerlas de vuelta.  En una USB caben más papeles y recuerdos y discos y juguetes y fotografías y relatos y memorias felices y perdidas que en la casa de la acumuladora, pero el efecto es el mismo, porque como un ladrón acechan detrás de la puerta, y me tienen tan a su merced... que hacen que llore cuando nadie me ve


Aquellas Pequeñas Cosas (Joan Manuel Serrat)

Uno se cree
que las mató el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón, en un papel
o en un cajón.

Como un ladrón
te acechan detrás de la puerta.
Te tienen tan
a su merced como hojas muertas
que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que lloremos
cuando nadie nos ve.



Para resaltar:
Te tienen tan a su merced como hojas muertas

jueves, 8 de agosto de 2013

Mi Presidio - Romualdo Brito

Quizá sea el piropo más bello que yo haya escuchado en una canción:  Mujer, tú eres mi presidio, y quizá haya soñado con una escena idílica en la que un trovador recorre pantanos, cuevas y desfiladeros para llegar a mi balcón y decir mujer, tú eres mi presidio.  Quizá condimente el cuadro con el feliz abandono al antojo de la fortuna que el héroe tiene al decir que soy su presidio, que su mundo se ve a través de mis ojos, que el norte que lo guía es mi caprichosa voluntad, que ahí hay dos dragones, vé y los matas porque me aburro, que su vida tiene sentido porque aquí estoy y aquí me quedo, y eso dará sentido a la mía.  Pero no.

Y no, porque este presidio no es idílico.  No estás perdido en el camino de mis sueños, no renuncias a tu voluntad con la rodilla al suelo en medio de un jardín florido mientras lanzo el pañuelo perfumado que te mantendrá con vida.  Este puede ser un presidio de los de celdas oscuras y paredes mugrientas, de carceleros crueles y pandilleros sádicos como vecinos, de comida repugnante y la locura goteando del techo.  Será el presidio en el que perderás la razón y la sonrisa, en el que verás el cielo solo para recordar lo que perdiste, a lo que renunciaste, voluntariamente, porque el destierro pensar vivir donde jamás lograras palpar mi presencia, sería peor.

No es aquí donde quisieras refugiarte


Mi Presidio  (Romualdo Brito)

Te vi partir, y el amor en mi silencio se hizo llanto 

vi juguetear sobre tu espalda, haciendo olas, tus cabellos 
fija mirada, en la distancia yo iba siguiendo tus pasos 
vi diluir en tus pupilas empañadas mi embeleso. 
Pensé vivir donde jamás lograra palpar tu presencia 
ha visto el cielo del olvido y me di cuenta 
que estoy perdido en el camino de mis sueños.

Mujer tu eres mi presidio, mi corazón es cobarde 

en ti quiero refugiarme, aunque existen mil motivos 
que ha sido imposible darme amor tesoro escondido.


Como felino, en acechanza vivo siguiendo tus pasos 
me siento esclavo de la noble y sublime intensión de tenerte 
y no te enojes si por sincero un día te pido lo deseado 
quiero que sepas: solo al mirarte la ansiedad loco me vuelve 
y tu haz notado que no es antojo simplemente el que me asiste 
es una amor que he combatido pero insiste 
y me seduce para que te siga amando.

tu escrutadora mirada, tu voz callada me avisa 

que me quieres con el alma lo confirma tu sonrisa 
y que tal vez sea mañana que acudirás a mi cita.







Para resaltar:
Mujer, tú eres mi presidio.

martes, 2 de julio de 2013

Procuro Olvidarte - Simone

♫♫y al ver nuestra casa, tan sola y callada, no sé lo que haría ♫♫ 

¿Y qué es lo que haría, acaso?  No es una amenaza, no tengo un cuchillo contra mi brazo para chantajearte y que me escuches, no estoy en una cornisa  para atraer las cámaras afirmando que me lanzaré al vacío, no me arrojaré a las vías del tren en hora pico. 

No, la situación está en el otro extremo:  la casa está sola, callada, vacía, con todas las cosas que rememoran un pasado feliz, con esquinas y rincones desde donde saltan a la cara episodios pasados felices y edulcorados, con cada pequeña cosa que se atraviese a nuestro paso.  Por eso las ganas de enredarse en amores (aunque sin ganas ni fuerzas) para que sean otros los fantasmas que deambulen por la casa vacía; por eso las ganas de llegar a la noche apenas sin vida, agotada, sin tiempo para pensar en todo lo que haría por que estuvieras tú, conmigo.

Hay casi 50 versiones grabadas de la canción,  escojo la más sentida de todas.
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Procuro Olvidarte (Manuel Alejandro)

Procuro olvidarte, siguiendo la ruta de un pájaro herido.
Procuro alejarme, de aquellos lugares donde nos quisimos.
Me enredo en amores, sin ganas ni fuerzas, por ver si te olvido.
Y llega la noche, de nuevo comprendo que te necesito.

Procuro olvidarte, haciendo en el día mil cosas distintas.
Procuro olvidarte, pisando y contando las hojas caídas.
Procuro cansarme, llegar a la noche apenas sin vida
y al ver nuestra casa, tan sola y callada, no sé lo que haría.

Lo que haría porque estuvieras tú,
por que vinieras tú conmigo.
Lo que haría por no sentirme así,
por no vivir así, perdido.




Para resaltar:
Procuro olvidarte...

sábado, 16 de marzo de 2013

Nos sobran los motivos - Joaquín Sabina


Me gustan las metáforas, me gusta su magia, su poder escondido, me gusta las interminables páginas, el palabrerío, la estridencia y el remolino de imágenes que puede quedar condensados en una sola frase.

Así quisiera escribir, y por eso leo a los que son capaces de desbaratar el mundo y volverlo a armar con una frase precisa, una metáfora genial.  ¿y a quién leo? 

Hoy traigo a un genio, capaz de decir cosas como Esta empresa de mudanza con los muebles del amor...  esa sola frasecita saca al sol los trapitos de nuestra miseria:  allá van los sueños construidos en los últimos años, desbaratados y en cajas de cartón, envueltos en plástico, empacados a las patadas para poderlos llevar donde quiera que aterricemos con nuestro infortunio y nuestro arrastrar los pies, tan ridículos como Benedetti queriendo llevar un ladrillo a todos lados para mostrar al mundo cómo era su casa, o tan desconsolados como el patriarca viendo cómo los gringos se llevan empacado todo el delicioso mar del Caribe para dejarle un árido paisaje lunar.

Escuchar a Sabina es encontrar cientos de palabras que nos describen, nos descubren, nos reconocen y nos identifican mucho antes de que nosotros mismos lo hayamos hecho, incluso mucho antes de que lo hayamos intentado, y mucho mejor de lo que seríamos capaces.  Sabina nos habla del timbre que se secó de tanto llamar a tu puerta sin respuesta, del cambio de acera de tus caderas, para no dar respuesta, de la lágrima del hombre de las cavernas por lo irracional y lo arcaico que resulta esperar tu respuesta.

y Aquí están tus labios, que saben a despedida, y estos dedos que sueñan que te desnudan.  Es que no solo para decir "con dios": también para ir a saltar del puente, a los dos nos sobran los motivos


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Nos sobran los motivos
Joaquín Sabina

Este adiós, no maquilla un "hasta luego", Este nunca, no esconde un "ojalá",
Estas cenizas, no juegan con fuego, Este ciego, no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo, Esta letra no la protestaré,
Ahórrate el acuse de recibo,  Estas vísperas son las de después

A este ruído, tan huérfano de padre No voy a permitirle que taladre
Un corazón, podrido de latir
Este pez ya no muere por tu boca,  Este loco se va con otra loca,
 Estos ojos no lloran mas por ti.

Esta sala de espera sin esperanza, Estas pilas de un timbre que se secó
Este helado de fresa de la venganza, Esta empresa de mudanza
Con los muebles del amor

Esta campana mora en el campanario, Esta mitad partida por la mitad,
Estos besos de Judas, este calvario, Este look de presidiario,
Esta cura de humildad.

Este cambio de acera de tus caderas, Estas ganas de nada menos de ti
Este arrabal sin grillos en primavera, Ni espaldas con cremalleras,
Ni anillos de presumir.

Esta casita de muñecas de alterne, Este racimo de pétalos de sal
Este huracán sin ojos que lo gobierne Este jueves, este viernes
Y el miércoles que vendrá

No abuses de mi inspiración, No acuses a mi corazón
Tan maltrecho y ajado Que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz Se filtra la desolación
De saber que estos son Los últimos versos que te escribo,
Para decir "“con dios"” a los dos Nos sobran los motivos.

Este nido de pájaro disecado, Este perro andaluz sin domesticar
Este trono de príncipe destronado, Esta espina de pescado
Esta ruina de Don Juan.

Esta lágrima de hombre de las cavernas, Esta horma del zapato de Barba Azúl,
Qué poco rato dura la vida eterna Por el túnel de tus piernas,
Entre Córdoba y Maipú.

Esta guitarra cínica y dolorida, Con su terco knock knocking´in heaven´s door,
Estos labios que saben a despedida, A vinagre en las heridas
A pañuelo de estación

Este ladrón aparcado en tu toga, La rueca de Penélope en Luna Park
Estos dedos que sueñan que te desnudan, Esta caracola viuda
Sin la pianola del mar




Para resaltar:
Estos son los últimos versos que te escribo

lunes, 18 de febrero de 2013

Tanta voglia di lei - I Pooh


Esta es otra de esas canciones color pastel que suelo cantar a mandíbula batiente, con el corazón en cuello. Italiana, también. 

Amo la música, la voz, los coros, el desdén con el que la interpretan los de la banda, la intensidad que sube y baja… ¡me eriza siempre! La canto temblando en llanto. 

Cuenta la historia de un hombre que acaba de tener sexo con una mujer y que, estando todavía a su lado, se levanta con la urgencia de volver a donde Ella, su Ella, haciendo a su vez lo posible para “hacer cortés” el abandono y explicar el sentimiento que lo embarga. Su lugar no es aquel. 

Siempre que la canto pienso en esas dos mujeres, dolidas del mismo hombre. Traicionadas ambas. Una, con mejor final… aunque quién sabe. No sabemos qué ocurrirá cuando él regrese, si será igual de honesto; ojalá que sí. 

En la vida, nunca me tocó ser la Ella, en cambio sí la otra, la que non dici una parola. Claro, él nunca me dejó a la mitad de la noche, faltaba menos, pero sí se despertó nombrando su nombre. Gritándolo una vez, incluso. Debe ser por eso que me revuelve tanto esta canción.

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 Tanta Voglia di lei - I Pooh 

 ♪♪ Mi dispiace di svegliarti,  forse un uomo non sarò 
ma d’un tratto so che devo lasciarti, fra un minuto me ne andrò. 

E non dici una parola, sei più piccola che mai 
in silenzio morderai le lenzuola so che non perdonerai. 

Mi dispiace devo andare il mio posto e là 
il mio amore si potrebbe svegliare ¿chi la scalderà?

Strana amica di una sera: io ringrazierò, 
la tua pelle sconosciuta e sincera, ma nella mente c’è tanta,
 tanta voglia di lei. 

Lei si muove e la sua mano dolcemente cerca me 
e nel sonno sta abbracciando pian piano il suo uomo che non c’è. 

Mi dispiace devo andare, il mio posto e là 
il mio amore si potrebbe svegliare ¿chi la scalderà?

nella mente c’è tanta, tanta voglia di lei. 

Chiudo gli occhi un solo istante, la tua porta è chiusa già 
ho capito che cos’era importante, il mio posto è solo là. ♪♪

 

Para resaltar:
a tua pelle sconosciuta e sincera 
ma nella mente c'è tanta, tanta voglia di lei

viernes, 8 de febrero de 2013

Dama del Amanecer - Juan Bau

Entre más alta la subida, más fuerte el golpe de la caída.  Eso es bien sabido. Ahora imagina una subida en primera clase a las esponjosas y deliciosas nubes de un romance que embelesa,  masajea y abriga, con todo el fantaseo que trae bajo el brazo y la embriaguez de pensar que ser feliz no solo es posible, ni probable sino que es real, porque estás ahí, de pies a cabeza    por la inspiración vestida, luciendo la flor en el pelo y flotando por el aire de tan convencida que te tienen.  Si tienes la suerte de vivir eso, "fuerte" no es la palabra más exacta para describir el golpe de la caída.  Mejor sería decir devastador, cataclísmico, desmoronador, aniquilador, o algún neologismo que involucrara el significado de todas las anteriores.

¿Vale la pena sentir la alegría de poder decir que hoy todos mis sueños hice realidad, hoy he descubierto la felicidad, si al cabo de un tiempo dices que mis mejores sueños van quedando atrás y ya no tengo fe?  Según la desafortunada Dama del Amanecer, parece que sí, son las dos caras de la misma moneda.  Parece consolarse diciendo Al fin yo conocí el amor.

Lo que la canción no dice es qué pasará después del atardecer.  Anochecerá, se tendrá un sueño reparador... ¿pero volverá a ser dama del amanecer, llena de sol y de vida?  ¿En su pecho dejará anidar una nueva ilusión ahora que sabe que después será dama del atardecer, sola triste y sin cariño?  ¿y cuántas veces, si se puede saber?

Algunas simplemente nos hartamos de ese ciclo.  Buena suerte para la próxima, Dama el Amanecer.

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Dama del Amanecer - Juan Bau

Un amanecer yo te conocí, llena de sol y de vida
con la mirada perdida en el azul.
Llena de candor, al pecho una flor, las mejillas encendidas
y en la boca, una sonrisa llena de amor.

Dime cuál es tu secreto, dama del amanecer
¿cómo deberé llamarte si tu nombre no lo sé?

Mi nombre es juventud, Señor, ternura y amistad,
hoy todos mis sueños hice realidad
en mi pecho anida una nueva ilusión
hoy conocí el amor.

Mi nombre es corazón, Señor, camino, cielo y mar
hoy he descubierto la felicidad
el paisaje se ha vestido de canción
al fin yo conocí el amor.

Un atardecer, yo te ví llegar sola triste y sin cariño
como un pájaro perdido buscando amor.
 Sin saber qué hacer, ni hacia donde ir, por azares del destino
al cruzarte en mi camino, te pregunté:

Dime cual es tu secreto, dama del atardecer
¿cómo deberé llamarte si tu nombre no lo sé?

Mi nombre es Soledad, Señor, tristeza y ansiedad
mis mejores sueños van quedando atrás
una nueva vida tengo que empezar
mas ya no tengo fé.

Mi nombre es inquietud, Señor, nostalgia de un ayer
que por más que quiera no podrá volver
en la tarde gris se mece mi dolor
 al fin yo conocí el amor


Para resaltar:
Mis mejores sueños van quedando atrás

martes, 1 de enero de 2013

Rodolfo Aicardi - La misma Vaina

Sigamos el juego de "la música de diciembre" y pongámonos de parranda en el blog con una canción de fin de año.  Pero no porque la música invite a mamar gallo, bailar con brincos circenses y andar bebiendo a las carcajadas puede ignorar el desespero y pesimismo de sus dos míseras estrofas.

Otro año que viene y otro que se va, como una industria de montaje en serie, en que cada objeto es como cualquier otro y da lo mismo si es el próximo o el anterior.  Allí está nuestro año presente, traído a nuestros ojos llorosos y abiertos por una banda transportadora que nos reparte la fatalidad empaquetada y con moñito, con precisa periodicidad, y nos da unos cuantos segundos antes de que se vaya de nuestras narices rumbo al olvido, y viene el siguiente, y luego otro siguiente y así sin parar.  Un rosario de calamidades en la que cada una se nutre de la anterior, un efecto dominó que comenzó antes de tener conciencia de esta trifulca por sobrevivir felices y que seguirá cuando a nadie le importemos un rábano.

Al menos, el pobre fulano de la canción aprendió a eludir el desconsuelo bebiendo y bailando, y muchos lograrán hacer lo mismo a lo largo del año, y meten la cabeza en el licor como la avestruz la mete en el hueco:  Para no ver, no pensar, y olvidar un poco que este año, con respecto a las malas noticias, será la misma vaina: Muchas tristezas y Nada de prosperidad.
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La misma vaina - (Canta Rodolfo Aicardi)

Otro año que viene, otro que se va
Dejando muchas tristezas, nada de prosperidad
Tanto camellar, y no tengo ná
Tanto trabajar, y no tengo ná

Otro año que viene, otro que no da.
Vienen años, pasan años, y siempre la misma vaina
Tanto camellar, y no tengo ná
Tanto trabajar, y no tengo ná



Para resaltar:
Tanto trabajar, y no tengo ná