La semana pasada conocí el ejemplo (Por TV) de una mujer que sufría el trastorno de acumulación, y eso me trastornó. Se trataba de una mujer que tras quedar viuda no fue capaz de deshacerse de ninguno de los objetos de su casa porque eran referencia a su amor perdido. Luego, los nuevos objetos que compraba también los ligaba de alguna manera a su memoria y tampoco se deshacía de ellos, aunque ya hubieran cumplido su función, su vida útil, aunque no los necesitara y nunca los hubiera desempacado, o aunque estuvieran deshechos y fueran literal basura. A ellos se aferraba.
Con los años, las cosas fueron apoderándose de su espacio, de su vida y de su tiempo. Al lado de paquetes de comida sin terminar y cubriéndose de hongos estaban utensilios de cocina nuevos y también los viejos, ropa de diferentes temporadas, libros, juguetes, papeles, chucherías varias... Las camas habían quedado sepultadas bajo toneladas de basura, todos los cuartos habían perdido su función, gateaba por entre la basura para salir de casa por el estrecho espacio que la basura aún dejaba a la única ventana.
Lo más triste era verla aferrarse a todo ello cuando intentaron "rescatarla", amenazar con volver a llenarse de cosas si se las quitaban, volverse violenta por defender unos cristales rotos.
¿Por qué me afectó tanto?
Yo no acumulo cosas, estoy lejos de un ejemplo como ese, pero sufro una acumulación de otro tipo y por eso sentí empatía por todo ese dolor, las consecuencias que le generaba y la resignación a vivir el resto de la vida con esa cruz.
Mi acumulación es con esas pequeñas cosas de las que habla Serrat. Las fotos y las cartas ahora son digitales y por eso no es posible ver que nos tienen agobiados y sepultados y que no nos dejan vivir en paz y que de nada sirve borrarlas porque ahí está la memoria para traerlas de vuelta. En una USB caben más papeles y recuerdos y discos y juguetes y fotografías y relatos y memorias felices y perdidas que en la casa de la acumuladora, pero el efecto es el mismo, porque como un ladrón acechan detrás de la puerta, y me tienen tan a su merced... que hacen que llore cuando nadie me ve
Aquellas Pequeñas Cosas (Joan Manuel Serrat)
Uno se cree
que las mató el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón, en un papel
o en un cajón.
Como un ladrón
te acechan detrás de la puerta.
Te tienen tan
a su merced como hojas muertas
que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que lloremos
cuando nadie nos ve.
Para resaltar:
Te tienen tan a su merced como hojas muertas
Te tienen tan a su merced como hojas muertas
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