Me gustan las metáforas, me gusta su magia, su poder escondido, me gusta las interminables páginas, el palabrerío, la estridencia y el remolino de imágenes que puede quedar condensados en una sola frase.
Así quisiera escribir, y por eso leo a los que son capaces de desbaratar el mundo y volverlo a armar con una frase precisa, una metáfora genial. ¿y a quién leo?
Hoy traigo a un genio, capaz de decir cosas como Esta empresa de mudanza con los muebles del amor... esa sola frasecita saca al sol los trapitos de nuestra miseria: allá van los sueños construidos en los últimos años, desbaratados y en cajas de cartón, envueltos en plástico, empacados a las patadas para poderlos llevar donde quiera que aterricemos con nuestro infortunio y nuestro arrastrar los pies, tan ridículos como Benedetti queriendo llevar un ladrillo a todos lados para mostrar al mundo cómo era su casa, o tan desconsolados como el patriarca viendo cómo los gringos se llevan empacado todo el delicioso mar del Caribe para dejarle un árido paisaje lunar.
Escuchar a Sabina es encontrar cientos de palabras que nos describen, nos descubren, nos reconocen y nos identifican mucho antes de que nosotros mismos lo hayamos hecho, incluso mucho antes de que lo hayamos intentado, y mucho mejor de lo que seríamos capaces. Sabina nos habla del timbre que se secó de tanto llamar a tu puerta sin respuesta, del cambio de acera de tus caderas, para no dar respuesta, de la lágrima del hombre de las cavernas por lo irracional y lo arcaico que resulta esperar tu respuesta.
y Aquí están tus labios, que saben a despedida, y estos dedos que sueñan que te desnudan. Es que no solo para decir "con dios": también para ir a saltar del puente, a los dos nos sobran los motivos
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Nos sobran los motivos
Joaquín Sabina
Este adiós, no maquilla un "hasta luego", Este nunca, no esconde un "ojalá",
Estas cenizas, no juegan con fuego, Este ciego, no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo, Esta letra no la protestaré,
Ahórrate el acuse de recibo, Estas vísperas son las de después
A este ruído, tan huérfano de padre No voy a permitirle que taladre
Un corazón, podrido de latir
Este pez ya no muere por tu boca, Este loco se va con otra loca,
Estos ojos no lloran mas por ti.
Esta sala de espera sin esperanza, Estas pilas de un timbre que se secó
Este helado de fresa de la venganza, Esta empresa de mudanza
Con los muebles del amor
Esta campana mora en el campanario, Esta mitad partida por la mitad,
Estos besos de Judas, este calvario, Este look de presidiario,
Esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tus caderas, Estas ganas de nada menos de ti
Este arrabal sin grillos en primavera, Ni espaldas con cremalleras,
Ni anillos de presumir.
Esta casita de muñecas de alterne, Este racimo de pétalos de sal
Este huracán sin ojos que lo gobierne Este jueves, este viernes
Y el miércoles que vendrá
No abuses de mi inspiración, No acuses a mi corazón
Tan maltrecho y ajado Que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz Se filtra la desolación
De saber que estos son Los últimos versos que te escribo,
Para decir "con dios" a los dos Nos sobran los motivos.
Este nido de pájaro disecado, Este perro andaluz sin domesticar
Este trono de príncipe destronado, Esta espina de pescado
Esta ruina de Don Juan.
Esta lágrima de hombre de las cavernas, Esta horma del zapato de Barba Azúl,
Qué poco rato dura la vida eterna Por el túnel de tus piernas,
Entre Córdoba y Maipú.
Esta guitarra cínica y dolorida, Con su terco knock knocking´in heaven´s door,
Estos labios que saben a despedida, A vinagre en las heridas
A pañuelo de estación
Este ladrón aparcado en tu toga, La rueca de Penélope en Luna Park
Estos dedos que sueñan que te desnudan, Esta caracola viuda
Sin la pianola del mar
Para resaltar:
Estos son los últimos versos que te escribo